José Alejandro, talentoso chileno-noruego que una vez más nos nutre con sus maravillosas obras de arte
Nuestra memoria es selectiva y puede desvanecer algunos hechos del pasado. Sin embargo, nuestros seres cercanos (que también seleccionan recuerdos), pueden darnos una buena lista de sucesos y habilidades, potenciales o manifiestas, que nos puede dejar boquiabiertos.
Tras las huellas del exilio es imposible saber cuántos hijos de exiliados se nutrieron de las historias de sus padres, padres que vivían con impotencia, con dolor, con temores al abandono, a la partida. Pero también con comprensión y con cierta resignación de dejar a sus generaciones en el exilio.
La muestra de José Alejandro se realiza en Kulturhuset Wendelboe en la ciudad de Bergen.
Muchos padres partieron bajo un manto de la tristeza y el desgarro, alentados por la esperanza de un futuro mejor para una generación, que obvió no era la nuestra. Lejos de la tierra de nuestros padres nacieron muchos talentos, cómo es el caso de José Alejandro Ortiz, hijo de exiliado chileno.
José Alejandro talentoso chileno/noruego, que una vez más nos nutrira con sus maravillosas obras de arte que nos hacen saborear de manera distinta las huellas del exilio. El arte de José Alejandro nos une con lo virtual, con la identidad, con el encuadre dinámico sensaciones/emociones individuales y grupales generadas en el proceso, desde una mirada arte terapéutica.
Su arte es la Imagen inconsciente del cuerpo, fort-da freudiano, lo simbólico, el espacio potencial.
En sus obras encontramos el juego y el arte como mediadores, la confianza, el pensamiento visual juega con los símbolos y el color, conservando sus señas de identidad a medida que nos enriquece con sus propuestas artísticas.
Más allá del placer de disfrutar encontraremos las huellas de hijo resiliente.