Los muertos desfilaron nuevamente por la calle principal de Oslo

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Los oyentes de Radio Latin-Amerika respondieron a los reiterados llamados para asistir al gran desfile del Día de Muertos que se realizó el 29 de octubre. El Día de Muertos es una de las celebraciones más importantes de México. Sus raíces se remontan miles de años, mucho antes de la llegada de los españoles. Se ha convertido en una mezcla de tradición católica y misticismo mexicano, conmemorando la muerte como un elemento más de la vida y como una forma de recordar y honrar a los seres queridos.

Foto:Radio Latin-Amerika

Coloridos cráneos, presumidas catrinas y risueños esqueletos regresaron este sábado del otro mundo para pasearse por la ciudad e Oslo con motivo del segundo gran desfile del Día de Muertos que este 2022 volvió con mucha más fuerza que el año pasado.

Durante más de tres horas, marcharon, cantaron y bailaron al ritmo de salsa, cumbia y rancheras mexicanas llamando la atención de los cientos de ciudadanos y turistas que acompañaron los 1,8 kilómetros de recorrido del desfile, desde la céntrica plaza de la Estación Central, Oslo S, hasta el parque del castillo del Rey.

Foto: Radio Latin-Amerika.

La riqueza de esta manifestación de la cultura mexicana, que ahora también ha llegado a Noruega, gracias a los amigos mexicanos residente en el país, es tan basta, que es por esta razón que la UNESCO la inscribió en su Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, definiéndola como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria.

Tradición completamente diferente a Halloween

El Día de Muertos es celebrado el 1 y 2 de noviembre en el que que se honra la memoria de los muertos. Se originó como un sincretismo entre las celebraciones católicas (especialmente el Día de los Fieles Difuntos y de Todos los Santos) así como las diversas costumbres de los indígenas de México. Se lo suele asociar con otras celebraciones como el Día de Brujas o Halloween, aunque en realidad es completamente diferente de esta.

Foto: Radio Latin-Amerika /Miguel Latorre

Es una festividad que se celebra principalmente en México y en países latinoamericanos como Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y en menor grado en países de América Central y en la región andina en América del Sur, desde el noroeste de Argentina hasta los Estados Unidos, en zonas donde existe una gran población indígena. En 2008, la Unesco declaró la festividad como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de México. Actualmente también se festeja en zonas más al sur, como por ejemplo en Buenos Aires, por migrantes del área andina central, principalmente del occidente de Bolivia, del Noroeste Argentino (NOA), el sureste de Perú, y en Venezuela es celebrado por el pueblo kariña que se le denomina "Akaatompo" o fieles difuntos, también se celebra la llora, todo se trata de celebrar a sus muertos, cabe destacar que el día de los muertos en Venezuela proviene de los nativos y es una costumbre muy antigua que ha cambiado a la llegada de los españoles.

Foto: Radio Latin-Amerika.

la historia de una tradición

Es un hecho: de la muerte nadie escapa. Sin embargo, pese al dolor que su presencia pueda provocar, de nuestros pueblos indígenas hemos aprendido a percibirla como una etapa en la que debemos regocijarnos pues, como diría el escritor Mario Benedetti, “la muerte es solo un síntoma de que hubo vida”. Como prueba de esto, los mexicanos tenemos el festejo conocido como “Día de Muertos”.

Esta celebración es originaria de la época prehispánica. En ese periodo, muchas etnias mesoamericanas rendían culto a la muerte. Entre ellas estaba la mexica cuyos dioses encargados de definir el destino de las ánimas eran Mictecacíhuatl y Mictlantecuhtli. Ambos eran señores del Mictlán o “lugar de los muertos”. Sin embargo, para llegar aquí, las almas debían lidiar y sortear una serie de obstáculos para poder conseguir el descanso eterno.

Foto: Radio Latin-Amerika / Miguel Latorre

De acuerdo con el Códice Florentino, el Mictlán estaba dividido de acuerdo con la manera de morir. Por ejemplo, a la Tonatiuh Ichan –casa del sol– entraban aquellos guerreros que habían muerto en el campo de batalla. Otro sitio era el Cincalco, casa del dios Tonacatecutli. A este iban quienes murieron siendo infantes pues al ser tan jóvenes se les consideraba inocentes.

Foto:Radio Latin-Amerika / Miguel Latorre.

No obstante, para que las almas iniciaran el trayecto, los vivos se encargaban de acompañarlos en la distancia por medio de un ritual. Este iniciaba con la muerte de algún ser cercano. El deceso se anunciaba con gritos y llantos emitidos por las mujeres ancianas de la comunidad. Después se amortajaba al difunto junto con todos sus objetos personales. Posteriormente, el bulto o cuerpo era simbólicamente alimentado con los manjares más exquisitos.

Después de cuatro días, el cuerpo era llevado a enterrar o cremar. A partir de ese momento, el alma emprendía el difícil trayecto. Luego, cada año durante cuatro años, se realizaban ostentosas ceremonias en el lugar donde se encontraban las cenizas o el cuerpo del difunto. Así, este complejo ritual no solo ayudaba a que las almas descansaran sino también a facilitar el proceso de duelo de los familiares.

Con la llegada de la población europea, este ritual sufrió un proceso de aculturación. La fiesta del dios del inframundo se unió junto con la celebración de los difuntos y se reinventó el proceso hasta ser concebido como lo conocemos ahora.

Cabe señalar que, algunos de los elementos que destacan en este día son las ofrendas y las calaveritas literarias.

Foto: Radio Latin-Amerika

Las ofrendas de día de muertos

Las ofrendas de día de muertos son altares de origen prehispánico. Estos eran dedicados a distintas deidades y se colocaban en fechas diferentes. Sin embargo, la del señor de los muertos, Mictlantecuhtli, se celebraba en el mes que ahora conocemos como noviembre. Esta coincidencia fue aprovechada por los evangelizadores durante La Colonia para hacer un sincretismo entre el cristianismo y las creencias religiosas autóctonas.

Originalmente, los altares se ponían un par de días antes del 1 y 2 de noviembre, es decir, el 30 o 31 de octubre y permanecían hasta el 3. Ahora, es muy común que, debido al esfuerzo creativo que se invierte en colocarlas, se pongan antes y se quiten después. Aunque los 1 y 2 de noviembre no han dejado de ser los días principales. De acuerdo con la tradición, en esas dos fechas nos visitan todas las almas que se desprendieron de sus cuerpos, es decir, nuestros difuntos.

Foto: Radio Latin-Amerika.

Elementos de las ofrendas

Fotografías de los difuntos. Es muy común colocar retratos de las personas amadas que ya no están entre nosotros. No obstante, te sugerimos poner alguna de tus fotos favoritas.

Incienso o copal. El humo que desprende el copal o incienso, es la guía olfativa para que nuestros muertos puedan llegar con nosotros.

Veladoras. Estas representan el fuego y la luz. Igual que el incienso, funcionan como una guía para que las almas.

Bebidas favoritas de los difuntos y agua.

Flor de cempasúchil. Esta flor de apariencia esponjosa también es conocida como “flor de veinte pétalos”. Se utilizan principalmente para decorar o crear caminos que guíen los espíritus de nuestros muertos.

Calaveritas. En la antigüedad se utilizaban cráneos de verdad. Después fueron sustituidas con calaveras hechas con azúcar, chocolate o amaranto. Cada cráneo representa a un difunto.

Pan de muerto. Además de delicioso, el pan de muerto es la representación del esqueleto de los difuntos.

(Wikipedia, México desconocido, archivo Radio Latin-Amerika)